¿Cómo hablar con tu familia sobre tu consumo de cannabis?
- Álvaro Ramos Gómez

- 21 jul
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 30 sept
Hablar de cannabis, en muchos contextos sigue siendo un tema espinoso, sobre todo en algunos hogares. En contra de lo que muchos pensaran, estos conflictos no se dan por la planta en sí, sino por todos los valores que se le han atribuido injustamente: miedo, prejuicio y desconocimiento. Hablar con tu familia de cannabis
En muchas familias, decir "consumo cannabis" puede sonar tan grave como "tengo un problema". Pero no siempre es así. A veces es todo lo contrario: una forma de autocuidado o de gestión del estrés. Entonces, ¿cómo se aborda esta conversación sin que termine en reproches o silencios incómodos? No hay una fórmula mágica, pero sí algunas claves que pueden ayudar a construir un diálogo honesto, sereno y, sobre todo, humano y basado en la comprensión.

En primer lugar, hay que tener en cuenta el contexto. No es lo mismo hablar con tus padres a los 17 que a los 30. Tampoco es lo mismo si ya ha habido tensiones previas con el tema o si tu familia nunca ha tocado el asunto o tienen una postura firmemente en contra. El contexto familiar importa, y mucho. Si sabes que hay resistencias, prepara el terreno. No lo sueltes en medio de una comida o como un dato suelto. Busca un momento tranquilo, sin distracciones. Una charla sincera requiere su tiempo y espacio.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que lo más inteligente al hablar de consumo es asumir la responsabilidad. No es un “hago lo que quiero y punto”, sino un “sé lo que hago, y por qué lo hago, aparte, sé y comprendo lo que consumo”. Explica tu decisión sin soberbia, pero con firmeza.

Muchos padres crecieron bajo el discurso de la “guerra contra las drogas”. Para ellos, la marihuana o cualquiera de sus derivados es sinónimo de adicción, fracaso y marginalidad. Si los enfrentas con datos, puede que se cierren más. Pero si les compartes tu experiencia desde lo cotidiano (Si te ayuda a dormir, a sobrellevar la ansiedad, a conectar contigo mismo), tal vez es más fácil que escuchen. La evidencia científica ayuda, claro, pero las vivencias personales conectan mejor.
Quizás no estén de acuerdo. Tal vez incluso se enfaden. Y eso también está bien. A veces el primer paso no es convencer, sino sembrar una semilla de duda o comprensión. Debes intentar hacerles comprender que hablar de cannabis no es hablar de una sustancia, sino de vínculos, de confianza y de identidad. Contar lo que haces sin miedo es también una manera de decir: “Quiero que me conozcas tal como soy”. Y eso, aunque duela al principio, siempre es una forma de cuidar.














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